Salgo rumbo al hospital, orando no encontrarme con ese tipo, tomo el metro y voy tan preocupada por lo que pasó que ni cuenta me doy cuando ya llegué al lugar.
Llegué al ala de cardiología y solicité hablar con Val, era lo justo y lo mejor, ella prometió ayudarme y tomaría su palabra.
-Hola Gia, ¿cómo te sientes?
-Como la mierda, pero eso es normal, mi vida es un completo desastre y vengo a pedirte que nos ayudes.
-Está bien, pero debes contarme todo lo que pasa...
Y eso hice, le conté que ayer, después del funeral recibí la llamada de uno de los hombres de Doménico y que al saber el fallecimiento de don Enrico las cosas se habían vuelto a mover en Italia, Val tomó el teléfono y llamó al doctor Cicarelli, quién en menos de dos minutos ya estaba en la consulta, ambos coordinaron con la seguridad del hospital el traslado de mi niño desde la sala común hasta el área VIP y en menos de una hora mi hijo era trasladado y resguardado por uno de sus guardias, primer problema resuelto.
El