Salgo rumbo al hospital, orando no encontrarme con ese tipo, tomo el metro y voy tan preocupada por lo que pasó que ni cuenta me doy cuando ya llegué al lugar.
Llegué al ala de cardiología y solicité hablar con Val, era lo justo y lo mejor, ella prometió ayudarme y tomaría su palabra.
-Hola Gia, ¿cómo te sientes?
-Como la m****a, pero eso es normal, mi vida es un completo desastre y vengo a pedirte que nos ayudes.
-Está bien, pero debes contarme todo lo que pasa...
Y eso hice, le conté que ayer, después del funeral recibí la llamada de uno de los hombres de Doménico y que al saber el fallecimiento de don Enrico las cosas se habían vuelto a mover en Italia, Val tomó el teléfono y llamó al doctor Cicarelli, quién en menos de dos minutos ya estaba en la consulta, ambos coordinaron con la seguridad del hospital el traslado de mi niño desde la sala común hasta el área VIP y en menos de una hora mi hijo era trasladado y resguardado por uno de sus guardias, primer problema resuelto.
El segundo, sería más complicado. Val me dijo que no podía negarle al doctor Malory que viera a mi hijo, pues había notado la conexión entre ellos y también porque sería demasiado notorio, pero también me prometió que no le diría nada al respecto sobre nuestra situación.
Todo era cuestión de tiempo, uno que no sabía cuanto era, pero oraba que fuera el necesario para que lo pudieran operar y luego desaparecer.
Esa parte del plan no se las conté, no tenía caso ponerlos sobre aviso, debía ser cuidadosa con todo lo que se venía, por el bien de mi hijo...
Me dirigí a la cafetería a tomar algo, no he comido nada en todos estos días y la falta de comida me estaba afectando. Pedí un sándwich de jamón y queso con un café y me senté en una mesa alejada para no levantar sospechas...
-¿Puedo acompañarte?- levanté mi vista y ahí estaba ese otro doctor que cada vez que me veía no me quitaba la mirada de encima, me molestaba, pero no podía ser descortés, así que le indiqué que podía sentarse.
-Adelante doctor, ya ni modo.
-¿Pasé a ver a tu niño y no lo encontré?
-A bueno, es que lo trasladaron.
-¿A otro hospital?- preguntó azorado.
-¡Oh, no, no, no. Solo que la doctora Scott prefirió hacerlo así.
-Ah, qué bien... y cuéntame de ti, ¿qué haces?
-Doctor...
-Sí...
-Le pediría que no me preguntara estupideces, no es mi amigo y tampoco me interesa serlo. Además, es molesto. Si cree que son formas de acercarse a una mujer, no le quedan - lo vi ponerse rojo, pero no me importaba, siempre he dicho las cosas como me parecen y al que le gusta bien, sino que se pudra.
-Perdóname, Gia. Pero es que de verdad eres una mujer muy atractiva y me encantaría conocerte.
-Pues usted a mí no me parece nada, así que le pediría amablemente que me dejara de buscar.
-Eres muy dura, mujer. Pero los retos me gustan.
-¿Sabe qué? - me miró esperando la continuación de mi frase y obviamente se la daría - haga lo que quiera, me interesa bien poco, con su permiso.
Salí del lugar y me dirigí a la nueva habitación de mi hijo, el tipo me siguió sin decir absolutamente nada, es más, el estúpido se reía como si lo que le hubiera dicho le entrara por un oído y le saliera por el otro. Apure mis pasos y entré en la habitación.
-¡Mamita, qué bueno que viniste! Ya estaba aburrido de estar tan solito.
-Oh, cariño. Lo siento, es que mami tenía que recargar energías para pasar toda la tarde contigo.
-Genial, ¿jugamos a las cartas?
-Si quieres puedo jugar también contigo.- y el imbécil se aparece frente a nosotros con la sonrisa de oreja a oreja ¿De verdad es médico? Este es peor que el doctor ricitos.
-La verdad, señor doctor no muchas gracias, con mi mami podemos jugar perfectamente los dos.
Y ese era mi hijo, si no le caías bien a la primera estabas frito, gracias dios por haber escuchado mis ruegos.
El doctor lo miró con cara de pocos amigos y luego a mí y como la persona que soy me encogí de hombros y aproveché de darle a entender que lo que decía mi hijo era ley para nosotros, pero no todo estaba resuelto, justo cuando el tipo estaba por salir escuchamos el golpeteo en la puerta y no me quedó de otra que dar la pasada.
-Adelante.
Mis ojos se abrieron como platos al ver la figura del hombre que calentó mi noche y de manera instintiva miré sus manos ¡Dios, de verdad que las tiene grandes! Sé que me puse roja de la vergüenza por los recuerdos de mi sueño, pero la mirada del doctor era de molestia al ver al otro personaje en la habitación.
-¡Viniste!- Nicco le dio la bienvenida y yo ya era un mar de nervios que me reía sola.
-Lo hice, campeón ¿Cómo te has sentido?
-Mejor, la doctora Scott dijo que habías hecho un excelente trabajo.
-Aunque todo eso fue muy arriesgado, no debiste...
-Y tú ¿Quién te crees para cuestionarme?
-¡No me alces la voz!
-Tú tampoco, Emery. No eres nadie aquí.
-Pues veo que tú tampoco.
-Él es mi amigo, señor doctor, así que si es alguien en esta habitación- los dos se dieron la vuelta para mira a Nicco y lo que hizo el doctor ricitos me dejó con la cara pasmada, corrió hacia él y lo saludó se sentó a su lado y se puso a conversar, dejando al otro doctor sin palabras que solo me volvió a mirar y luego a esos dos que ya no se preocupaban por nada ni por nadie.
-¿Ya te vas? Mira que en urgencias te estaba buscando Jacobs.
-Sí -respondió secamente y trató de despedirse de mí con un beso en la mejilla, el cual rechacé-, nos estamos viendo Gia, que te recuperes campeón.
-Si, gracias señor doctor... Mira Nath, tengo cartas ¿quieres jugar conmigo y mi mami?
-Por supuesto, ya terminé mi día hoy y no tengo nada más que hacer.
Genial, quería una tarde tranquila con mi hijo y ahora tenía al doctor ricitos y mi hijo mirándome con cara de póker y no por el juego de cartas...