Me quedé perpleja mirándolo, como si no hubiese escuchado, sé que no se refería a irnos de la casa en ese momento, sino que se refería a la idea planteada durante la noche.
— Eduardo — musité su nombre cabizbaja, siempre lo hacía cuando no quería algo, él lo entendía bien, me conocía perfectamente.
— Mary, escúchame — pidió mientras sus manos levantaban mi mentón
— Quieres que nos vayamos al lugar que nos traerá más desgracias y más recuerdos y más dolores, busquemos la felicidad, Eduardo no más de lo mismo — insistí, pues lo que menos quería era regresar a España y encontrarme con una verdad cruel, pues ya de la empresa no sabía nada y eso me tenía en zozobra
— No, todo será distinto, te lo prometo, por favor, amor mío, solo necesito volver a pisar la tierra que me vio crecer, la tierra que conoció nuestros pasos, el inicio de nuestro amor — suplicó él, mientras con sus manos sostenía mi cara, la acariciaba con ternura y sus ojos me miraban con sinceridad, mientras yo solo era capaz de pensar en lo mucho que había conseguido durante mi estancia en California y lo poco que tenía en España, ese lugar que solo me hacía recordar la crueldad de mi padre, mi sufrimiento y el de mi madre.
—Es solo que mis estudios — confesé
— Oh, sí, no me has dicho cómo aprendiste a hablar tan bien el inglés — repuso él que en realidad ahora sabía tan poco de mí.
— Me metí a una academia y aprendí, y quería ahora estudiar administración de empresas, para así poder llevar a un mejor funcionamiento la empresa y no dejarla en manos de nadie — conté mientras nos sentábamos frente al hermoso jardín que había en su casa, cerca del cuarto en donde hablé con Fabiana la primera vez
— Mi vida, eso podrías conseguirlo aquí y en cualquier lugar
— En cualquier lugar menos en Godella — lo interrumpí quitando mi mano de la suya
— No, en Godella no, pero sí en España — afirmó él a lo inmediato
— Tú quieres regresar a ese pueblo, y yo por lo único que debo volver, que al final es tuyo, ni siquiera es seguro que aun exista — señalé haciendo referencia a que la empresa pertenecía a su padre legalmente, y a la idea de que Magaly y Luis me estuvieran traicionando que no se salía de mi cabeza
— ¿Por qué hablas tan negativo respecto a eso? — preguntó aturdido mientras volvía a sujetar mi mano
— Porque Lucrecia dice que Luis, la persona que quedó encargada de la empresa está muy cercano con la que fue amante de mi padre, y hace ya seis meses que no responde ni una sola carta — conté absorta mirando las flores
— ¿Qué? ¿Encontraste a la amante de tu papá finalmente? — preguntó asombrado porque él sabía muy bien que eso era algo que me había quitado la paz desde que éramos novios
— Sí, incluso fue ella quien me dijo que estabas en California y me contó parte de lo que — me detuve antes de pronunciar esa palabra — parte de lo que ese hombre había hecho para separarnos — dije finalmente
— No tienes por qué recordar eso, lo importante es que ya estás a mi lado como debe ser, pero ¿Quién es?
— Magaly ¿La recuerdas? — pregunté mirándolo, sus ojos verdes me aplacaban todo dolor
—Sí, sí, claro, estuvo tan cerca de ti siempre — musitó recordando
— Sí, pero ahora está tan cerca de Luis, la única persona que creí sincera, y lo más seguro
— Lo más seguro es que te estén robando — completó la frase — y por eso con mayor razón deberíamos regresar — agregó para convencerme, me quedé en silencio un momento a la espera de encontrar una respuesta asertiva, de cierto modo algo en mi corazón me hacía entender que esa era la realidad y que debía enfrentarla
— Sí, nos iremos — contesté cuando sus dedos se entrelazaban con los míos y su barbilla reposaba en mi hombro
— Irnos hoy mismo – afirmó con ímpetu. Su respuesta me dejó en estámbay, era un nuevo riesgo a tomar, una nueva aventura que me atemorizaba. Suspiré para calmar la ansiedad que esa idea tan repentina me provocaba
— No comprendo cómo es posible que digas eso, cómo vas a dejar todo lo que has hecho aquí, de la noche a la mañana, irnos, sin pensar las cosas, no lo veo como una buena opción — repuse en completo estado de shock
— Lo que tengo aquí, Mary, no es nada comparado con la paz que siento, además la mayoría de cosas que tú crees que tengo, no son mías, son de Páter, las empresas son de él, es solo que como ya dije, él no ha querido hacerse cargo de ellas, el lugar de la fiesta es de él también, pero él me dejó a mí a cargo de la arquitectura y yo decidí el diseño que tiene, lo único que está a mi nombre en su totalidad es esta mansión, que la hice con la esperanza de que aquí viviéramos, pero en verdad ya no quiero este lugar, quiero que nos vayamos lejos, que empecemos de cero, sé bien que aunque el dinero es importante en la vida del ser humano, en ocasiones suele ser un peligro, una destrucción como me destruyó a mí, y ya no quiero más esta vida de millonario tan vacía, quizá lo mejor sea que construyamos un imperio juntos, que tú estudies, y que obtengamos todo por nuestro propio mérito, y entonces será nuestro, solo nuestro.
Suspiré de nuevo, y me levanté para caminar y que el viento me golpeara la cara, me limpiara y me ayudara a tomar una decisión acertada, a pensar qué era lo mejor, pero tenía demasiado miedo, eso de empezar de cero me aterraba, porque ya me había lanzado al abismo bajo esa frase, y las consecuencias no siempre son buenas.
— Acepto que nos vayamos, pero no hoy, es demasiado pronto — definí con seguridad, mientras las manos de Eduardo rodeaban mi cintura y su beso acariciaba mi cuello. Lo escuché suspirar, sé que no estaba de acuerdo que quería marcharse, pero yo no era capaz de tomar esa decisión tan rápido.
— Sí, debemos irnos, este país me ha dado demasiados golpes, ya no soporto uno más — alegó incapaz de rendirse, y dispuesto a convencerme — Sí, pero huyendo no se soluciona la vida, lo sabes bien — volví a refutar en contra de su petición — Pero, Mary, nada de lo que hay aquí me pertenece, vámonos, no perdamos más tiempo – insistió, mientras me tomaba por la cintura y me volteaba hacia él, colocándonos de manera más cercana, nuestra cara mirándose fijamente — ¿Y qué haremos? ¿Con qué vamos a irnos? ¿Cómo vas a dejar la empresa? – pregunté con la voz cortada — Es de Páter, él deberá buscar un CEO que le ayude, yo me llevo mis ahorros, vendo esta casa y se acabó el problema, seremos libres de todas estas ataduras, anda vete conmigo — suplicó mientras colocaba sus manos en mi cara, pidiendo en ruegos — Sí, sí, me iré contigo, me iré contigo a donde quieras, ya no me mires con esa cara de borrego capaz de convencerme — dije mientras me tiraba a su boca para besarlo con furia y des
No importa si no encontramos nada, volveremos a nuestro país, pisaremos el suelo que amamos, saludaremos a la gente que nos quiere, y lo juro, seremos felices, somos cuatro seres con mucho talento y capacidad para construir un mejor futuro, hacer de nuestra vida algo mejor.— Siento que hasta ahora mi vida empieza a cobrar sentido — murmuró Páter abrazando a Lucrecia— Imagínate lo que siento yo — intervino Eduardo apesarado— Lo mismo es para mí, diez años esperando este momento, soñando con el día en que Eduardo estuviera a mi lado, deseando con todo mi ser que Lucrecia también fuera feliz, pues siempre la arrastré a mi desgracia, ella caminó conmigo todos mis pesares — conté yo también con temor— Yo te juro que voy a hacerla feliz, que daré mi vida por ella, que no le va a faltar nada — contestó a lo inmediato Páter, ya no me molestaba su acento forzado ni su pelo rojo, ahora todo era distinto, era el hombre que se había aventurado a amar a Lucrecia, a cuidar de ella, y quien habí
— Primero lo que urge, mi pequeña, no comas ansias, primero debemos visitar el pueblo, pensar qué hacer sobre la empresa— La empresa, la empresa, bendito tema — lo interrumpí abrumada, pero no quería demostrar el miedo que me invadía.— Sí, aunque quieras omitirlo, se debe hablar — intervino Lucrecia, y me sentí asediada.— No perdamos más tiempo, debemos viajar a Godella en cuanto antes — dijo Eduardo incapaz de seguir ahondando en el tema; él me conocía bien, y sabía que me estaba empezando a incomodar y que no deseaba hablar de eso.— Sabe si hay un vehículo que haga viajes a esta hora hacia el pueblo de Godella – me animé a preguntarle a un hombre que estaba ahí y que parecía ser buena persona, pues después de todo lo que habían estado diciendo solo quería llegar y finalmente descubrir que estaba pasando, enfrentarme a la verdad— Sí, todavía queda una camioneta que podría hacerles el viaje — contestó mientras con su mano llamaba a otro hombre que estaba recostado en su vehícul
—Debes ser fuerte — Murmuró Lucrecia acercándose a mí para consolarme, para ayudarme a no decaer a no golpearme, pues estaba luchando contra lo poco que quedaba en la casa— Ya no, ya no quiero ser más fuerte, todo me lo han arrebatado, todo me lo han quitado, como si ser mujer fuera la mayor maldición para mí, como si finalmente mi padre tuviera razón y sus palabras se hicieran verdad, que si hubiera sido hombre mi vida habría sido distinta — grité con dolor, hasta que por fin caí al suelo.— Mary, mi amor — escuché decir a Eduardo desesperado mientras su cuerpo se abalanzaba sobre mí, intentando detener mi caída, pero yo ya reposaba en el suelo, completamente inconsciente, por el enorme dolor y lo fuerte que había sido para mí, tener que encontrar mi casa de esa forma.Lucrecia buscó en un bolso, un perfume, y en un trozo de tela colocó un poco, para ponerlo en mi nariz y hacerme reaccionar con el fuerte olor a alcohol inmerso en la fragancia. Eduardo me cargó en sus brazos y se sen
Lo primero que pensé fue en buscar la casa de Luis, ahí tenía que estar su familia, pensé, o encontrar al menos alguna pista. Era claro que lo presagiado por Lucrecia se había cumplido, que la cercanía de Magaly con Luis, no dejaría nada bueno.Cuando finalmente estuve frente a la casa de Luis, me sentí estaba cerrada y abandonada, grité una y otra vez intentando obtener una respuesta, pero todo era silencio. Esos mal nacidos, se habían hecho ricos con mi herencia, y era claro que se habían largado junto con su familia, quién sabe dónde, por eso en la vieja casa que habitaban, no había nada tampoco, igual que en la mía. — Señorita Mary — escuché una voz atrás de mí que me aterró, ya la tarde había empezado a caer, y aquel lugar se veía cada vez más oscuro y desolado. Eduardo, Lucrecia y Páter, no sabían siquiera dónde me encontraba, pues la casa de Luis estaba algo alejada de la mía. — ¿Quién es usted? — pregunté nerviosa mientras giraba mi rostro en dirección a la mujer, una vieje
Decidí finalmente levantarme cuando entendí que ya era demasiado tarde y que debía regresar, pues seguro debían estar muy preocupados por mí. Di unos cuantos pasos en dirección a mi casa, o más bien a lo que quedaba de casa, y me encontré a Eduardo, quien había salido a buscarme.— Mi amor, dónde te habías metido, estaba demasiado preocupado por ti, siento que un minuto lejos de mi lado es como una eternidad — gritó Eduardo abalanzándose a mis brazos, dispuesto a mi encuentro, su cuerpo era lo único que necesitaba para sostenerme para tener fuerza y poder continuar. Ahora él estaba conmigo, pero siempre la vida, nos estaba poniendo las cosas difíciles, cada vez aparecía en nuestro camino un sufrimiento más.— Nos robaron — repetí una y otra vez en completa desolación— Sí, eso es claro, pero no debiste venir hasta aquí sola, ya nada puede solucionarse respecto a eso, hace demasiado frío, volvamos a casa — definió él intentando mantener la cordura y la paciencia conmigo, pese a que lo
— Te juro, mi amor, que por nuestro amor, que por lo que nos hicieron, esta vez voy a triunfar encima del mal — le aseguré— Mary, tú sabes bien que la venganza no deja nada bueno, y te lo digo yo, que tú más que nadie conoce lo terrible de eso — repuso él nervioso, pude sentir en su voz el miedo de que yo pudiera convertirme en un ser despiadado, pero eso no estaba en mi corazón, ni en mi forma de ser.— No, no voy a vengarme, voy a hacer lo correcto, lo más justo — volví a afirmar para que no se preocupara por lo que pretendía hacer— ¿Cómo vas a lograrlo? No sabes nada de ellos, no van a regresarte el dinero — dijo Eduardo incapaz de querer luchar por eso, pues para él no era algo importante, él tenía dinero suficiente, pero yo quería demostrarle a esos dos que no iban a burlarse de mí tan fácilmente— Buscaremos a la policía, ellos se encargarán de buscarlos, de encontrar sus pistas, en el aeropuerto alguien deberá darles información sobre su viaje, como me la dieron a mí cuando b
— Es algo con lo que estás completamente relacionada, Mary, y solo lo diré, si estás dispuesta a escucharlo, ya te he advertido que va a doler demasiado, y ya suficiente tienes en la vida como para echarle más limón a la herida — dijo la mujer y empecé a desesperarme, Eduardo se acercó más a mí, para detenerme, me agarró de las manos para controlar mis impulsos— Dígalo ya — exigí mientras Lucrecia suspiraba y temblaba de miedo, yo también tenía miedo— La verdad, MaryCarmen, es que esa mujer que abandonó a Lucrecia, es tu madre — dijo finalmente la mujer, y en ese momento mis vellos se erizaron, un escalofrío me recorrió el cuerpo, y mis piernas flaquearon, yo admiraba a mi madre, la amaba con mi ser, y escuchar eso me había partido el alma, porque siempre maldije a la mujer que abandonó a Lucrecia, y no podía creer que mi madre, mi propia madre, hubiera sido capaz de tal acto, y que encima sabiendo que era su hija la hubiese recibido en casa y en cambio de darle amor la hubiese pues