Me levanté rápido para abrir la puerta y ver quién era el que había llegado, pero como si supieran mis intenciones, cuando abrí solo escuché los pasos acelerados de alguien que bajaba por las escaleras.
— Vamos a ver quién es — gritó Lucrecia desesperada, incitándome a darle persecución a quien hubiese llegado a dejar el sobre. Pero yo solo pude quedarme detenida en la puerta, sin decir ni una palabra, el corazón me latía rápidamente.
— Espera — logré decirle cuando me agarró la espalda como intentando empujarme para que caminara o para cruzar ella la puerta — Ya sabemos de quién se trata
— Te dije que Eduardo no va a descansar ahora, ya se ha dado cuenta de que va a perderte para siempre, y es claro que él no quiere eso — respondió ella regresando de nuevo a la cama. Levanté el sobre, sintiéndome completamente aturdida, y decidí bajar hasta la recepción.
— Ana, voy a pagarte una noche más en el hotel, y mañana en cuanto puedas me das la información para conseguir un apartamento — le d