LUCAS MENDOZA
La llamada con Daniela me destrozó por completo. Sabía que no tenía mucho tiempo: el plan de Lorenzo era llevársela lejos de mí. Escucharla llorar me partió el corazón. Podía sentir el miedo en su voz. Cuando me dijo que no las buscara, supe que era Lorenzo quien la obligaba a decir eso. Sé que Daniela me ama y jamás haría algo así por voluntad propia.
—¿Tienen algo? —pregunté a los investigadores que tenía trabajando.
—Tenemos una ubicación, pero es una zona con varias residencias. No sabemos con certeza en cuál está.
—¡Maldita sea! —gruñí frustrado—. Vayan hoy mismo y vigilen. Esto tiene que resolverse rápido.
Al salir del despacho, me topé con una sorpresa no tan agradable.
—¿Qué hacen aquí? —mis padres estaban frente a mí, tomados de la mano.
—Nos enteramos de lo que pasó con Daniela y queríamos saber en qué podíamos ayudar —dijo mi madre.
—Mamá, por favor, deja de ser hipócrita. Nunca te gustó Daniela. La despreciaste, la humillaste y pusiste en riesgo la vida de mi