DANIELA MOLINA
Estaba emocionada, íbamos a tener una ceremonia de unión en este templo maravilloso. Aún no podía creer que estuviera a kilómetros de nuestra casa junto a Lucas, el gran amor de mi vida. Dios, te prometo que haré mi mayor esfuerzo para que este matrimonio funcione, pero danos también tu sagrada bendición para que siempre estemos unidos.
—¿Puedo pasar? —una chica llega con un vestido colorido que me deja sorprendida—. Esto se lo mandó el sabio Chen para la ceremonia. ¿Desea que le ayude a colocárselo? —Veía tan complicado ese vestido que, sin pensarlo, le dije que sí.
A medida que la chica me iba acomodando todo, mis ojos no paraban de ver cada detalle del vestido. Era un completo espectáculo. Jamás pensé que me vería vestida de esta forma.
—¿Le gusta?
—Me encanta, es precioso. —La chica me maquilla muy sutilmente, me coloca algunas joyas que representan simbología en su cultura, y luego de un rato ya me encontraba completamente lista.
—Estoy segura de que el señor Mendo