DANIELA MOLINA
Me encontraba bastante sola, disimulando por la ciudad. No quería molestar a Claudia con mis cosas, tenía que volver a aprender a valerme por mí misma sin necesidad de tener a nadie a mi lado.
—Vamos, Daniela, tú eres fuerte —al sentir una patadita de mi hija, un sentimiento de felicidad invadió mi alma. Al fin mi bebé se estaba haciendo presente—. Hola, querida hija, soy tu mami —coloco mis manos sobre mi vientre—. Siempre te protegeré.
Hubiera sido lindo que Lucas presenciara este momento, pero optó por creerle a otras personas sin dejarme explicarle nada. Aunque bueno... yo tampoco debí actuar de esa manera. No debí asistir a ese hospital, jamás pensé que Lorenzo llegaría hasta ese punto.
—Vamos a tener que buscar por ahora dónde nos podemos quedar. No vamos a molestar a nadie con nuestras cosas. Por ahora, solo somos tú y yo.
—Pensé que también entraba yo.
Esa voz... Cuando me giro, es Mariano con su sonrisa macabra.
—¡No! —Intento correr, pero soy detenida po