Gala
Julieta y Pedro no aceptaron un no por respuesta.
Apenas recibimos los documentos oficiales, ya tenían planeada la sorpresa. Una noche en un hotel cinco estrellas “para estrenar el sí”, como dijo Pedro, con un guiño descarado que me hizo reír incluso con el corazón todavía acelerado.
Juana se quedó encantada con la señora Margarita y su promesa de película y chocolate caliente.
Yo me repetía en silencio que todo ya estaba bien, mi esposo tenía todo bajo control mientras subíamos al auto. "Esposo"... la palabra me llenaba la boca y me temblaban los dedos de puro vértigo.
La fachada del hotel brillaba como si la hubieran encerado. En el vestíbulo olía a flores blancas y sándalo; un piano sonaba bajito, más por lujo que por necesidad.
Guille me apretó la mano y sentí esa corriente tranquila que me hacía pensar en que podíamos con lo que viniera. Con esa sensación ardiendo entre nosotros, caminamos hasta la recepción.
El recepcionista, un chico demasiado joven para su traje, leva