Capítulo 102
Marco detuvo el auto frente al edificio de Lina con la misma calma helada con la que solía tomar decisiones en el consejo, aunque dentro de él bullía una rabia contenida. Nara lo miró confundida, sin comprender qué pretendía hacer en ese lugar. Apenas lo vio bajar del vehículo, lo siguió de inmediato; Andrea dormía plácidamente en el asiento trasero, ajena al torbellino de emociones que arrastraban los adultos.
—¿Qué haces? —le preguntó Nara, alcanzándolo antes de que se adentrara en el vestíbulo.
Marco sostenía del brazo a Dario, prácticamente arrastrándolo con la fuerza que solo le daba la determinación.
—Vengo a dejarle este paquete a tu amiga —respondió con ironía, girando un poco para eludirla. Sus ojos brillaban con esa mezcla de enojo y firmeza que Nara conocía tan bien.
Dario, derrotado, apenas opuso resistencia. —Déjame ir —murmuró con la voz quebrada—. Ya estamos fuera del horario laboral, puedo hacer con mi vida lo que me plazca.
Marco lo apretó más fuerte, com