La casa estaba demasiado silenciosa esa noche, como si la oscuridad hubiese sofocado cualquier rastro de vida. Yo estaba en la sala, con un libro abierto sobre las piernas, fingiendo leer. La verdad es que apenas podía concentrarme. Desde que sabía que algo peligroso podía descansar tras aquella puerta prohibida, la mansión parecía un lugar distinto: más oscuro, más peligroso.
Sentí su presencia antes de verlo. Esa energía densa y dominante que llenaba cada espacio cuando él entraba. Levanté la vista y allí estaba Luca, de pie frente a mí, sin chaqueta, con la camisa desabrochada en los primeros botones y la mirada fija. Esa mirada que era capaz de desnudarme sin siquiera tocarme.
Nunca me cansaré de ver lo atractivo que es. Yo no soy una mujer delgada ni pequeña, soy bastante curvilínea y tengo una estatura considerable. Pero frente a él me veo pequeña. Porque su espalda y sus hombros son tan amplios que me siento como si estuviera frente a una pared. Y esos brazos musculosos hace