Capítulo 35
—Por supuesto. Eres muy considerada, Luna. —Andrés extendió la mano y acarició su cabello.

Luna sonrió suavemente:

—Hermano, estás enfermo. Cuidarte es lo mínimo que puedo hacer.

Luna le acercó una cucharada de arroz congee a la boca. Este lo tomó.

Atender a Andrés se había convertido en un hábito para Luna, y su corazón estaba tranquilo siempre y cuando la mirada de él no estuviera fija en ella. Solo quería terminar rápido y marcharse.

Sin embargo, cada cucharada de arroz congee le llevaba a Andrés casi veinte minutos. Comía lentamente, tosiendo ocasionalmente, y Luna no podía hacer nada al respecto.

Finalmente, cuando Liora regresó, Luna vio una oportunidad de escapar.

—Es mejor que Andrés se tome la temperatura primero —sugirió Liora mientras le daba a Andrés un termómetro que él colocó en su boca. Después de un rato, lo retiró. La temperatura ya le había subido a treinta y nueve grados.

Liora se preocupó:

—La fiebre es bastante alta, Andrés. ¿No sería mejor que fuera al hospital?

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