Luna dio un pequeño sorbo de agua fría para aliviar la hinchazón de su rostro y dijo:
—No, Liora, ya no tengo tiempo para desayunar.
—¡No te vayas! Me levanté muy temprano a las cuatro y media para prepararte el desayuno. Hija, estás en crecimiento y no debes saltarte el desayuno, ¿sabes? —exclamó Liora.
Pero Luna respondió:
—No quiero causarte tantas molestias. Con algo ligero es más que suficiente.
—No digas tonterías. Te he visto crecer desde que eras pequeña y te conozco mejor que nadie —dijo Liora.
Luna se acercó por detrás y abrazó a Liora con ternura, apoyando su barbilla en su hombro. Dijo dulcemente:
—Lo sé, siempre has sido muy especial conmigo…
En ese momento, se abrió la puerta. Andrés terminó sus ejercicios y regresó. Al escuchar el sonido, Luna soltó a Liora.
Liora les sirvió dos tazones de arroz y dijo a Luna:
Todo está listo. Vamos, desayuna rápido.
—De acuerdo lo haré.
Aunque Luna no quería ver a Andrés, tampoco quería despreciar las buenas intenciones de Liora, así q