De repente, una fuerza agarró firmemente su muñeca y la hizo perder por completo el equilibrio, casi cayendo al suelo. Andrés la arrastró con gran agilidad hacia el estudio sin lugar a duda y la encerró allí sin decir una palabra más.
Liora se apresuró a persuadirlo:
—Andrés, ¿¡por qué lo haces!?
Desde afuera del estudio, se escucharon golpes y gritos en la puerta:
—¿¡Qué estás haciendo!? ¡Déjame salir! Andrés Martínez, ¡tú eres un sinvergüenza despreciable! ¡No tienes el derecho a hacer esto!
Andrés cerró la puerta con llave y guardó la llave con una expresión totalmente sombría en su rostro. Le dijo a Liora:
—Sin mi permiso, no recibirás comida. Me intriga saber, si realmente no soy digno de disciplinarte.
Isabel se despertó por el ruido ensordecedor y se acercó a la puerta de la habitación, escuchando el bullicio. ¿Andrés y Luna estaban discutiendo?
A las siete y media, Isabel salió de la habitación y empezó a desayunar. Percibió la atmósfera sofocante en la sala de estar. Mientras