Beatriz lo miró con los ojos muy abiertos, la boca temblorosa mientras asimilaba aquella información.
— Pero, papá... ¿y si no es él? — La esperanza brilló por un instante en su voz, pero fue apagada rápidamente por las palabras de Olavo.
— Hija, han pasado dos días... dos días sin ninguna noticia. Conoces a Jack. Él nunca nos dejaría tanto tiempo sin contactarnos, especialmente sabiendo lo que Lis está pasando. Jamás la dejaría en esa situación sin decir nada. Yo... yo quisiera creer que está vivo, pero todas las evidencias apuntan a lo contrario. — Suspiró, con los hombros cargados por el peso del dolor. — Sé que hemos pasado por mucho en los últimos meses y que esto solo empeora las heridas, pero debemos aceptar que tal vez... realmente se haya ido.
Beatriz retrocedió tambaleándose, hasta que sus rodillas tocaron el suelo. Allí, se derrumbó en lágrimas, cubriéndose el rostro con las manos.
— ¡Dios mío, papá! ¡Parece que la vida quiso darnos un golpe bajo! ¡No puedo creer que mi her