Liam, entonces, respiró hondo, sintiendo el peso de aquellas palabras. No sabía qué hacer con el dolor que llevaba dentro, pero sabía que algo no encajaba. La mirada de Lis, el dolor de Beatriz… había algo más allá de todo aquello. Y estaba decidido a descubrir qué había pasado realmente.
Lis no soportaba seguir escuchando aquello. Con las manos temblorosas, se levantó lentamente y se acercó al ataúd. Todos a su alrededor guardaron silencio, observándola con los ojos llenos de dolor. Puso la mano sobre el ataúd, suavemente, como si intentara sentir un vestigio de Jack aún allí.
— ¿Cómo puedo decirle a mi corazón que te fuiste? — susurró Lis, con la voz baja y quebrada. — No puedo creer que te hayas ido, me siento triste, me siento sola... Todos me dicen que debo ser fuerte, que debo liberarte para que encuentres la paz. Sé que mi sufrimiento no te hace bien, pero nadie entiende lo que estoy sintiendo.
Cerró los ojos por un momento, intentando mantenerse erguida, pero las palabras pare