Rebeca estuvo en el ojo del huracán junto a ellos dos; no había podido salir de su casa porque los reporteros la seguían a todas partes queriendo escuchar lo que ella pensaba de todo esto.
—No es necesario.
—Rebeca, por favor…— Fabio le imploró.
—Te juro que no volveré a dañar otro evento donativo; por favor, déjame darte una ayuda en esto. Así podré estar un poco en paz.
La comida llegó y, aunque ninguno tenía apetito, aun así procedieron a comer. Marcus explicaba que tenía el lugar y algunos invitados, entonces esperaba que ella también invitara gente de buen dinero que asista a la subasta. La oferta es tentadora, y sabe que él ha querido disculparse con ella en muchas ocasiones, pero lo había bloqueado y prohibido la entrada en sus áreas de trabajo. Podía sentir la mirada de Fabio; no necesitaba hablar para entender que le pedía dejar de lado sus problemas y pensar en que esto sería de gran ayuda para el orfanato.
—Escúchame bien, esto es solo negocios. Nada más, no intentes salir