El ambiente en la cafetería estaba impregnado de un aroma dulce a café recién molido y chocolate caliente. Las luces suaves y la música instrumental no lograban disfrazar la tensión que se respiraba en el lugar.
Demian irrumpió en el local con paso firme, sus ojos se movieron con rapidez por cada rincón, buscando con ansiedad el rostro de su esposa... pero no la encontró por ningún lado. Su mandíbula se tensó, su ceño se frunció con molestia.
Lo que sí encontró fue a Israel, sentado con una tranquilidad irritante, bebiendo chocolate caliente como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo. El simple hecho de verlo disfrutar el momento encendió la furia de Demian.
Sin mediar palabra, se acercó con decisión. Sus pasos resonaron en el suelo de madera atrayendo la atención de algunos clientes. Colocó ambas manos con fuerza sobre la mesa, haciendo que la taza de Israel vibrara levemente.
—¿Acaso no te advertí que te alejaras de mi esposa? —dijo con voz grave, cargada de veneno.
Israel