Por suerte, la operación de papá salió bien y ahora se encontraba recuperándose en el hospital, y después del trabajo siempre iba a verlo.
Decidí dejar de lado la pregunta de si era adoptada; quizá necesitaría la ayuda de Gérard para descubrir la verdad.
—¿Estás seguro de que quieres que sea tu esposa? —lo miré con suspicacia.
—Ya te lo he dicho, Julie, sin duda alguien como yo necesita a una mujer tan hermosa e inteligente a su lado.
Sus palabras me hicieron sonrojar, todavía no podía creer que me las dijera a mí, teniendo tantas mujeres hermosas en todo el país y también en el extranjero.
—Agradezco todo lo que has hecho por mi padre, trabajaré duro para devolverte el dinero que gastaste. Te lo prometo.
—Ya te dije que eso no es necesario, eres mi prometida, era mi deber ayudar a mi suegro.
Vaya, se tomaba muy en serio su papel de prometido.
—Quiero conocer todos los términos y condiciones de este matrimonio, señor Durand —dije con seriedad.
—Te lo repito, Julie, llámame por mi nomb