A solas en mi habitación, tengo que admitir que ya no me siento tan valiente viendo la película. Las luces están apagadas, lo que me aterra un poco.

Estoy a punto de llevarme otro rollo de sushi a la boca cuando el tono de llamada de mi celular me sobresalta, haciéndome soltar el rollo al suelo.

—¡Maldita sea! —exclamo, llevándome una mano al pecho. Definitivamente no soy buena viendo este tipo de películas.

Recojo el teléfono y miro la pantalla, viendo una llamada perdida de Sophie. Tampoco he hablado con ella, así que sin pensarlo mucho, la devuelvo.

—¡Julie! —exclama al contestar.

—Sophie, hola. Perdón por no haberte devuelto la llamada antes.

—No te preocupes, hermana, solo te estaba llamando para saber cómo estás.

—Bueno, lo mejor que puedo decir —respondo—. ¿Y tú?

—Pues, estoy bien —dice con cierta inseguridad—. Pero, ¿segura que estás bien, Julie?

El tono de su pregunta suena un poco raro.

—Estoy bien —digo, aunque no es cierto.

—Bueno, debo decir que me alegra que no estés tan