Y justo cuando pensaba que las noticias no podían empeorar, escuchar y leer cada uno de los comentarios que aparecían en la pantalla solo amplificó las lágrimas que había intentado contener.
«Es una perra.»
«¿Cómo pudo hacerle esto al pobre Gérard?»
«Jamás me va a caer bien, es horrenda.»
«Gérard la va a dejar.»
«¿Cómo demonios pudo pasar de la hermosa Alice a… eso?»
«Una chica fácil disfrazada de mosquita muerta.»
Y esos eran solo algunos de los cientos de mensajes que mostraban.
Me sentía profundamente herida por todo lo que decían de mí, y eso, sumado a las palabras de Karen, me hacía sentir como la peor basura del mundo.
Sabía que más del noventa por ciento de lo que hablaban no era cierto, pero que la gente lo tomara como verdad, que me insultaran así solo por estar con el hombre que amo, era horrible.
Escucho el clic de la cerradura del baño al abrirse, y apago rápido el televisor, intentando borrar cualquier rastro de lágrimas de mis ojos para que Gérard no lo note. Pero es en