—Ni siquiera digas una palabra y recuerda lo que voy a decirte, Karen —le suelta enseguida, sin darle oportunidad de hablar—. En ningún otro momento de tu miserable vida quiero que te atrevas a decirle algo a Juliette.
—No voy a quedar como la mala en lo que se supone que es mi trabajo por tu irresponsabilidad y tus caprichos —responde ella.
—No me importa si quedas mal o no, y si algo pasa, será culpa mía, no de Juliette.
—No puedo creer lo enamorado que estás de esa chica. ¡Es tu empleada, Gerard! Incluso hay rumores de que solo te comprometiste por contrato. ¿Sabes lo que eso hace a tu imagen y a mis inversiones?
—Eso no te incumbe, ni te corresponde meterte en lo que yo haga con ella.
—¡Claro que sí! No voy a invertir en una empresa con un dueño así.
—¡No! —exclama tan furioso que incluso yo me asusto—. Ocúpate de tus asuntos personales, si quieres seguir ganando los millones que obtienes conmigo. ¡Última advertencia!
—Será mejor que regreses a la ciudad mañana si no quieres que t