—¿Y si de verdad les pasó algo grave?
—No les pasó nada, deja de preocuparte. Voy a darme una ducha —dice, caminando hacia el baño, y no puedo apartar la vista de su figura impresionante mientras se aleja.
Qué hombre el mío.
Dejo a un lado mis pensamientos culposos e intento asumir que mi amiga y el primo de Gérard realmente… hicieron lo suyo. Camino hacia el balcón y abro las puertas para tomar un poco de aire fresco.
Me pierdo observando la autopista, que a esta hora está llena de vehículos, y todas las vistas panorámicas de los demás edificios, que, comparados con éste en el que estamos, parecen considerablemente más pequeños.
No sé cuánto tiempo paso observando todo a mi alrededor, hasta que el sonido proveniente del dormitorio llama mi atención. Vuelvo dentro y noto la pantalla del teléfono de Gérard, encendida sobre la cama.
Extiendo la mano para tomarlo, imaginando que debe de ser algo importante, y al leer el nombre del remitente, me doy cuenta de que es esa mujer, Karen. Enti