Juliette
Pasaron los días y Gérard se recuperaba favorablemente, pero aún no había rastro de Alice. Varios agentes especiales la buscaban, pero parecía haberse desvanecido sin dejar huella.
—Tengo a la mejor enfermera del mundo —sonrió, dando un bocado.
—Despacio, necesitas alimentarte bien. Abre la boca —le pedí con calidez.
—Mi querida Julie, con tus cuidados, sin duda me recuperaré muy rápido. Me siento muy afortunado —dijo con una sonrisa.
—Sigues débil, necesitas descansar. Sentí que me moría al saber que estabas gravemente herido —dije con una sonrisa triste.
—Soy un hombre fuerte, no voy a dejarme derrotar. Ahora, el desgraciado de Damien ya está en prisión, nunca saldrá, mis abogados se encargan de todo —dijo con seriedad.
—Cierto, el problema es que aún no sabemos nada de Alice.
—Alice contaba con el apoyo de Damien, pero ahora está sola. Dudo que se atreva a hacer algo contra nosotros.
—Eso espero.
—¿Y cómo está mi bebé, Julie? —me preguntó de pronto, dejándome helada.
¿Cómo