Sophie

No puedo creer que Juliette vaya a casarse con un hombre tan poderoso y rico; siempre tiene una suerte increíble, y aunque no debería importarme porque quien me interesa es Bastian, no puedo evitar sentir envidia.

Bueno, mientras él esté a mi lado, no me importa, aunque no puedo negar que me da rabia la suerte de Juliette. Ella no lo merece.

Se suponía que Bastian vendría también a cenar, pero cuando le conté que el señor Durand venía y le hablé de la boda de Juliette, su rostro cambió por completo.

Parecía como si hubiera visto un fantasma, aunque al final carraspeó, preguntándose si no se habría apresurado demasiado al comprometerse.

Le dije que tampoco creía que el señor Durand la eligiera como esposa, pero Bastian seguía mirando al vacío, y aquello empezaba a molestarme.

—¿Qué te pasa? —le pregunté—. Estás actuando raro desde hace rato.

—No me pasa nada, Sophie —respondió con el ceño fruncido—. Solo me molesta haber traicionado a Juliette; no me había dado cuenta de que era