—Mucho menos lo sería, la mujer a la que dices amar —me dispara de vuelta, y no hago otra cosa que contener las lágrimas que quieren salir de mis ojos, porque el nudo que se ha formado en mi garganta me impide hablar—. No respondes porque sabes que no miento. Eso es todo, y feliz cumpleaños, cariño.
Se dirige a su habitación, soltando un fuerte portazo que retumba en todo el lugar.
Me quedo en mi sitio, sin terminar de asimilar lo que me ha dicho. Mi mirada permanece perdida, y sus recientes palabras se repiten una y otra vez.
Tiene razón, no pude responder porque habló con la verdad. Y me vienen a la mente las frases que me hicieron sentir como la peor basura.
«—Lo odio —escucho su voz destrozada exclamar, después de que le confesé lo ocurrido.
—Acabas de arruinarle la vida y hundirla en tu mierda.
—¿Crees que merece estar con alguien como tú? Un alcohólico y drogadicto que ni siquiera es capaz de protegerla.
—Y apuesto a que incluso si murieras ahora mismo, ninguno estaría cerca.»
T