—Señor, no puedo decirle nada hasta que ponga un pie en el suelo y esté seguro.
—¡Dímelo ya! —exijo exasperado.
—Ya le dije lo que tiene que hacer —suelta, negándose a decir nada—. Pero es su decisión si quiere irse antes de saber lo importante que es para ella.
Mi corazón retumba en el pecho al escuchar esa última frase. ¿Le importa? A pesar de todo lo que le hice… ¿todavía le importa este cabrón que le rompió el corazón? No debería.
Y solo quiero saltar y terminar esta mierda que llamo vida de una vez por todas, pero no puedo evitar resistir el inmenso impulso que tengo de saber qué fue lo que la hizo mandar a alguien a averiguar por mí.
Miro hacia abajo otra vez; si Luc no hubiera llegado, ya me habrían declarado muerto hace minutos. Aún puedo hacerlo, pero al carajo, necesito saberlo.
Me doy la vuelta, quedando frente a frente con Luc, y sin más bajo de ahí, haciendo que mis pies choquen contra el suelo de la terraza. Caigo un poco desequilibrado y Luc se acerca rápido a sostenerm