Joaquín
Estaba acostado en la cama, mis manos debajo de mi cabeza, con una sonrisa de pura satisfacción en el rostro, después de las intensas sesiones de delicioso sexø, (unos cuantos polvos exquisitos de los cuales estaba muy orgulloso), mi cuerpo estaba preparado, esperando con ansias la próxima ronda.
La habitación estaba en penumbra, con las sábanas en el suelo y aún se podía oler el chocolate en el aire.
Habíamos hecho un recorrido por toda la casa, comenzando en la cocina, dónde saboreé el chocolate de su piel, lamiéndola hasta que no quedaron rastros de él.
Nos sentamos desnudos en la sala para disfrutar de una copa de vino, el cual terminé bebiendo directamente de su cuerpo. Me montó hasta que sus piernas se agotaron, y uno tras otro sus orgasmos nos mojaron por completo.
De alguna manera, terminamos en la ducha, su cuerpo asegurado entre mis brazos, sus piernas alrededor de mi cintura, mientras la embestía con una intensidad casi animal y la marcaba con besos y chupetones.