Días después.
Artemisa no estaba dispuesta a renunciar al lugar que creía suyo por derecho. Decidida a recuperar lo que consideraba su destino, recurrió a sus artimañas y se acercó al presidente del consejo, dispuesta a todo para apartar a Lyra del camino.
—Martian, esa mujer es una simple omega. Si otras manadas se enteran de que Kael ha tomado a alguien como ella por Luna, podrían alzarse contra nosotros. Lo sabes tan bien como yo. Las maldiciones recaerán sobre todos si permitimos que eso continúe. Lyra debe ser exiliada.
Martian sirvió una copa y bebió con lentitud, sopesando sus palabras. Artemisa no mentía, si los otros reinos decidían atacar para eliminar a Lyra, el caos sería inevitable. Y la responsabilidad recaería sobre su cabeza.
—Debes seducir a Kael, Artemisa. Atraerlo como sabes hacerlo. Eres tú quien debe ocupar el lugar de reina. Pero no puedo exiliarla por capricho, esa orden solo puede darla el rey.
—Entonces debemos hacer que sea ella quien lo deje. Que se aleje po