LOCURA INMINENTE.
—¡Señor, espere por favor! El señor Ferrer está en una reunión, no puedo dejarlo pasar, ¿por qué no lo entiende?
Kael gruñó con los puños cerrados, y el sonido gutural hizo que la humana se estremeciera.
—No necesito una maldita cita para hablar con mi socio. Dile a ese imbécil que lo estoy esperando. Necesito verlo ahora.
Sus pupilas se dilataron y su energía oscura llenó el ambiente. La secretaria, temblando de miedo, salió corriendo del escritorio. Pero antes de que pudiera avisarle, Ferrer salió de su oficina.
—Hermano —dijo con su acostumbrado tono sarcástico—, me encanta cuando vienes sin avisar. Aunque no hacía falta gritar, te están escuchando hasta en el infierno.
—Te lo advertí la última vez, maldito. Te dije que no te metieras con Lyra… y fue lo primero que hiciste. ¿Dónde está?
Ferrer frunció el ceño, sin entender.
—¿Sigues con lo mismo, Kael? Te repito que nunca he tenido nada que ver con tu mujer. Soy tu socio, no tu enemigo.
Pero Kael ya no escuchaba. Lo agarró por el cu