VERONICA
Me paseé por la cocina, con la taza de café en la mano, tratando de despejar mi mente. La mañana era tranquila, solo el sonido del reloj en la pared y el olor a café recién hecho llenaban el aire. Pero mi cabeza estaba llena de pensamientos y dudas.
Miré el líquido oscuro en mi taza, tratando de encontrar una respuesta a mi dilema. Este fin de semana, Gabriel, el hermano de mi jefe Bruno, me había invitado a salir y yo realmente quería ir. Hacía mucho tiempo que no veía a mi familia y la idea de pasar tiempo con Gabriel me parecía divertida.
Pero había un problema: mi jefe, Bruno, no se llevaría bien con la idea de que yo saliera con su hermano. Siempre había sido un poco celoso y posesivo en el trabajo, y yo sabía que si se enteraba de mi plan, podría haber conflictos.
Soplé el café, tratando de calmarme, y luego di un sorbo. Estaba confundida. Por un lado, no quería decepcionar a Gabriel ni a mi familia, que me había invitado con tanto cariño. Por otro lado, no quería tener