VERONICA
— Y tú, ¿qué le dijiste? —le pregunté con curiosidad.
— Acepté —respondió él con una voz neutral.
Me sentí impactada por su respuesta y hasta enojada porque no podía creer que el imbécil de Jack, se saliera con la suya.
— ¿Cómo es posible que le hayas aceptado el chantaje a ese imbécil? —le pregunté con enfado.
Él se puso de pie y me miró con una expresión seria.
— Ten cuidado cómo me hablas —me dijo con voz de dominante.
Me di cuenta de que había cruzado una línea y me corregí.
— Lo siento, señor —le dije con una voz más suave.
Él se acercó a mí y me miró a los ojos.
— Acepté porque él es un insignificante y no quiero más problemas con él —me dijo con una voz firme—. Y te advertí, Verónica, ten cuidado cómo me hablas. No toleraré que me faltes al respeto.
Su tono me intimidó ligeramente, pero logré mantener la calma.
— Entiendo, señor —le dije con una voz suave—. Pero no entiendo por qué tiene que ceder a sus demandas. Él no tiene nada sobre usted.
Él se rió y me miró con un