KATIA VEGA
Llegué a hurtadillas a la finca. Cuando entré a mi habitación noté que había un hermoso vestido colgando de la puerta de mi clóset. Aún mareada por todo lo que había pasado con Marcos, me acerqué y acaricié la tela. Era hermoso.
—¡¿Dónde estabas, hija del mal?! —exclamó Rosa saliendo de debajo de las sábanas, haciéndome pegar un brinco.
—¡¿Qué te pasa?! ¡¿Por qué te escondiste así?! ¡Casi me matas de un infarto!
—¿Qué ocurre? ¿Se prolongó la terapia toda la noche? —preguntó cruzándose de brazos y entornando los ojos—. ¡Te recuerdo q