KATIA VEGA
Marcos entornó los ojos y apretó las mandíbulas. Siempre que se sentía retado, levantaba la frente, como si quisiera apuntar con la punta de su mentón. Eso solo auguraba que no dejaría las cosas así.
—Señor Saavedra… Usted no necesita esos viñedos… —Recordando lo ocurrido en nuestra última sesión, decidí mostrarme amigable.
—Yo siempre obtengo lo que quiero. Quítate de mi camino, Katia, si no quieres terminar muy mal parada.
¿Me estaba amenazando? ¡Después de decir cuanto me extrañaba en la terapia, ¿se atrevía a hablarme así?! ¡Dijo mi nombre cuando estábamos en la cama! ¡¿Qué carajos le pasaba?! ¡Maldito bipolar!
—Señor Torrejón, creo que la oferta que le estoy dando sobrepasa la valuación de su propiedad —agregó Marcos ignorándome por completo.
—Ofrezco veinte millones —interrumpí llamando la atención del vendedor.
—¿Veinte? —preguntó Torrejón haciendo más grande su sonrisa.
—veinticinco… —agregó Marcos quitado de la pena.
—¡Treinta! —contesté encarándolo, necesitaba