MARCOS SAAVEDRA
Salimos juntos de la casa, manteniendo la distancia. Abrí la puerta de mi auto para ella y cuando pasó a mi lado, no pude evitar aprovechar para inhalar su aroma que se me hacía tan familiar y que solo aumentaba mi melancolía.
Durante el camino ella se mantuvo en completo silencio y yo lo soporté. No quería decir algo que la espantara o hiciera que se arrepintiera.
Llegamos a aquel bar en el que me refugiaba cada vez que me sentía vulnerable o perdía algo más en mi vida.
—¿Entrarás con la máscara? —pregunté notando como estaba dispuesta a salir del auto así.
—¿Y permitir que me vean contigo? —