REGRISTRO DERECHOS AUTOR INDAUTOR: 072413020500-14 REGISTRO DERECHOS DE AUTOR SAFECRATIVE: 2211032551134 Alejandra Sanromán es una rica heredera californiana, que parece tenerlo todo en la vida. A sus veintidós años, dirige su empresa con éxito y va a casarse con el hombre que ama. Sim embargo a pocas horas de la boda, Alejandra escucha a su esposo Alberto Mejía, nada menos que planeando matarla, así que no le queda más opción que fingir su muerte y escapar. Un año después Alejandra regresará con una nueva identidad y una sola misión: destruir a las personas que la traicionaron. Pero si quiere lograrlo y recuperar su fortuna, entonces debe conseguir el apoyo del único hombre al que Alberto le teme: el implacable Scott Hamilton. Ese hombre no es cosa de juego. Todos dicen lo mismo sobre él: despiadado, feroz, horrible... ¡y Alejandra ha regresado para conquistar a ese ogro! ¿El problema? Él es una bomba y ella tiene una habilidad especial para hacerlo explotar cada cinco minutos. ¿Qué pasará entonces cuando no tenga más remedio que casarse con ella?
Leer másUGPEL. CAPÍTULO 23. Un intercambio justoLiam asintió y se acostó junto a ella en la cama, acurrucándola tanto como podía sin lastimarla. No la sintió reaccionar hasta un par de horas después, cuando además de abrir los ojos, su estómago rugió como una pequeña leoncita hambrienta.—Hola, preciosa.Max abrió los ojos.—¡Ay Diosito, ya me morí! —murmuró y Liam se apoyó en un codo para levantarse junto a ella.—No te moriste pero casi. Me diste el peor susto de mi vida, y te juro que si lo haces de nuevo te voy a castigar como no te ha castigado nadie en tu vida.Max sonrió con cansancio al darse cuenta de que él estaba bien, porque tenía ánimos para amenazar.—¡Uy! ¿Qué tipo de castigo? ¿Sexual?—¡Max...!—¡Castígame entonces, nalguéame, flagélame, muérdeme...!—El señor doctor está al otro lado.—¡Aaaahaah! —gritó Max girándose y viendo al médico sentado en una silla—. ¡Ay qué vergüenza, Dios mío, lo siento! ¡Lo siento mucho!El doctor rio y se puso de pie.—Ya que la señora Grissom se
UGPEM. CAPÍTULO 22.. ¿Cómo una monja tiene una herida de bala de guerra?—¡Maaaaaaaaaaaaaxxxx!Liam no corrió hacia la baranda. Era lo que cualquiera habría hecho, pero con el barco en marcha a toda máquina, él corrió directamente hacia la popa y se lanzó a un costado, fuera del remolino y el peligro de las hélices.Lo vio solo durante un segundo, el círculo de espuma en donde había caído Max, y apuntó lo más cerca posible. Cuando su cuerpo se sumergió en el agua, sintió como si miles de agujas se clavaran en él. La temperatura debía ser de siete u ocho grados. Durante un largo segundo el dolor lo paralizó, pero el instinto de supervivencia era mayor. Pataleó hacia la superficie y buscó entre las olas el punto donde la jaula flotaba todavía.Nadó hacia ella y se sumergió mientras el barco maniobraba para girar y los marineros soltaban la pequeña lanchita de rescate.Liam la buscaba desesperado, pero el agua era oscura y fría, y la sal parecía cristalizarse en sus ojos. Poco a poco se
CAPÍTULO 21. El inicio de un viajeEl hombre muy gentilmente les dio su mejor habitación y anotó todo para su cena. Liam cayó como toro de arado en la cama y Max detuvo al hostalero antes de que se marchara.—¿Sabe si hay algún capitán de barco de gran calaje en la isla? —preguntó ella.—¡Claro que sí! ¡El orgullo local, Kendrick Webster!El anciano estuvo conversando animosamente con Max y pocos minutos después ya tenían cómo contactar al capitán Webster.Apenas se quedaron solos Liam se quitó la gabardina y se dirigió al baño.—¡Maaaaaxxxxx! —gritó y la vio llegar con una escoba.—A ver, ¿dónde está la cucaracha que tengo que matar? —preguntó ella y él negó, sin dejar de preguntarse de dónde rayos había sacado una escoba tan rápido.—Nos trajiste a la entrada del infierno —dijo señalando a un agujero negro de casi dos metros de ancho en medio del baño.—¡Esa es la tina, tarado! —replicó ella—. Con este frío el agua debe estar hirviendo, a Dios gracias, así que llénala que me voy a m
CAPÍTULO 20. Una mujer que jamás sería suyaNo habían pasado ni siquiera tres horas cuando llegaban ya al aeropuerto. Para Max subirse a un avión era normal, pero hacerlo a uno privado y con tanto lujo, no mucho. Así que se sentía extraña mientras veía que el avión ejecutivo tenía hasta una habitación con cama incluida.El vuelo era largo, pero ella tenía tanta curiosidad acerca de todo el trabajo que hacía Liam aparte de la empresa, que no dejó de preguntar: ¿de dónde salían y a dónde enviaban las donaciones? ¿Cómo las compraba? ¿Cómo se aseguraba de que llegaran? ¿Qué cosas se enviaban?La lista era infinita, y Liam se lo iba respondiendo todo con entusiasmo, porque realmente aquella era una labor que consideraba crucial.—¡Dios, eso es mucho dinero! —murmuró Max dándose cuenta de que Liam tenía implementado aquel sistema en diversas partes del mundo desde hacía años—. Si no hubieras donado todo eso, ya te habrías podido comprar un pequeño país.—¿Y qué iba a hacer con un pequeño pa
UGPEM. CAPÍTULO 19. ¡Qué sexy eres en calzoncillos!Liam dudó un momento en contestarle, pero no tenía caso ocultar algo de lo que tarde o temprano se enteraría.—Europa del Este tiene puertos increíbles para la comercialización, el principal es San Petersburgo, que nos permite el acceso a Rusia, evitándonos tener que navegar medio mundo —dijo señalando el mapa—. Pero también hay otros puertos que abren el camino a otros países pobres de la región, ahí dejamos material no conflictivo en calidad de donación: útiles escolares, ropa, vacunas, alimentos enlatados.A Max se le hizo un nudo en la garganta al escuchar aquello y lo miró como si fuera una pequeña oruga que se convertía en mariposa frente a sus ojos.—¿Es en serio? —murmuró anonadada—. Creí que todo esto era por dinero...—¡Y lo es, no te confundas! —suspiró Liam con impaciencia—. ¡Todo esto es por dinero, porque lo que la gente no entiende es que para poder donarlo, primero hay que ganarlo! Me gusta ayudar, de verdad es una pa
UGPEM. CAPÍTULO 18. Una situación desesperadaLa primera vez que Joseph Duff, prestigioso magnate del comercio inglés y dueño de la licitación del puerto de Penzance llamó por primera vez durante la madrugada para cambiar la hora de la reunión a las doce del mediodía, a Max le llamó la atención el hecho de que el hombre parecía nervioso. Pero cuando llamó por segunda vez a cambiar de nuevo el horario de la reunión, comenzó a pensar que había algo más detrás de todos aquellos atrasos.Se metió a investigarlo y encontró una fotografía de un evento hacía algunos meses, que no le causó muy buena impresión.Estaba a punto de empezar a hacer llamadas cuando escuchó la voz de Liam, resonando como un trueno por toda la casa.—¡Maaaaaaaaaxxxxxxxxx!—¡Uy, ya despertó la fiera! —sonrió mientras se acomodaba con un café en la barra de la cocina y lo veía llegar corriendo, con el rostro enrojecido por la ira.—¿¡Cómo pudiste hacerme esto!? ¡Me perdí una reunión importante! ¡Si me querías joder sin
CAPÍTULO 17. ¡Tú eres la que me trae mala suerte!Max se mantuvo a un lado, observando atónita la escena mientras Liam soltaba al tipo con un gesto de asco. Había pequeñas manchas de sangre de su cara y parecía a punto de estallar.Entonces, sin mediar palabra, él se dio vuelta hacia ella y la abrazó con fuerza.—¿Estás bien? —preguntó en un susurro.Max sintió el corazón latiendo rápido en su pecho mientras miraba al ladrón tirado en el piso. El rostro de Liam estaba lleno de ira, y ella no tenía ni idea de que él podía pelear así.Al parecer Liam Grissom no era tan indefenso como su padre pensaba.—¡Responde, ¿estás bien?! —la sacudió él y Max asintió en silencio.En cuestión de segundos Liam la hizo subirse al auto y salían de aquel fatídico estacionamiento quemando llantas sobre el pavimento. Iban en absoluto silencio hasta que llegaron a la casa. Max de inmediato conectó la seguridad y mientras él gruñía como un oso acorralado, ella de verdad lo acorraló en el baño y lo hizo apoya
CAPÍTULO 16. Un asalto a mano armadaMax apretó los labios porque honestamente aquello era más de lo que podía aguantar sin echarse a reír. ¡A menudas horas se acordaba el condenado de que ella era su mujer!—¿Disculpa? —la voz de Cassian estaba tan llena de risa como su propio pensamiento—. ¿Te gustaría explicarme eso de nuevo? ¿Tu mujer?Liam tensó la mandíbula de la rabia.—Sí, mi mujer...—Bueno, pues felicidades, no estoy acostumbrado a las parejas abiertas, pero teniendo en cuenta que se trata de ella... —Cassian le hizo un guiño a Max por encima del hombro de Liam.—¡Suficiente! —gruñó Liam—. ¿Cuándo he dicho que seamos una pareja abierta!—No tuviste que decirlo, creo que besuquearte con mi hermana fue declaración más que suficiente —espetó Cassian con molestia—. Tal vez tengas que dar un paso atrás y darte cuenta de que no tienes derecho a estar celoso después de besarte con otra mujer en sus narices.Liam tomó la mano de Max con un gesto posesivo.—¡Eso es un problema entre e
UGPEM. CAPÍTULO 15. Mi mujer—¡Listo! —exclamó mientras devolvía la navaja a su bolso.—¿Siempre vas con una balisong encima? —murmuró Cassian embobado.—¡Por supuesto! Una chica necesita protección —rio ella mientras Liam entraba el shock y todos entraban a la discoteca.Un reservado VIP y media botella de brandy después, todavía no se habían puesto de acuerdo en los negocios, y Max comenzó a pensar que de verdad los alemanes solo querían fastidiarle la distribución a Liam. Era claro que Caroline tenía otro tipo de intereses, pero Liam estaba genuinamente interesado en la licitación de aquel puerto. Igual a Max le molestaba el toqueteo de la rubia, pero no podía hacer nada más que intentar concentrarse mientras hablaban con Cassian.—Una parte de la licitación, es todo lo que te puedo ofrecer —le dijo por fin el alemán.—Sabes que eso no me alcanza —replicó Liam—. Además quieres cobrarme el doble de la licitación por un cuarto del espacio para recalar los buques... ¡Es un atropello!