Lilith cerró la puerta de su departamento con un suspiro pesado, apoyándose por un momento contra la madera. Necesitaba calma, aunque sabía que eso era casi un lujo en su vida últimamente. Se deshizo de su abrigo y lo dejó caer en el perchero antes de caminar lentamente hacia la sala, sintiendo cada paso como un eco de la tormenta emocional en la que estaba atrapada.
Pero, por más que intentara ahuyentar el pensamiento, la mirada de Kamill seguía persiguiéndola. Esos ojos esmeralda la habían seguido incluso hasta su departamento, aunque él no estuviera allí. Era frustrante, pero debía ser realista. No podía seguir atrapada en algo que no tenía futuro.
Se dejó caer sobre su cama y exhaló largamente, mirando el techo. Sabía que necesitaba un cambio de aire, algo que la ayudara a alejarse de todo esto. Entonces, como si una bombilla se encendiera en su mente, supo lo que debía hacer.
Volver a Paraguay, necesitaba aquello para calmar la sed del alma.
No había nada que un viaje a casa no p