La tarde avanzaba y la tensión en la mansión era palpable.
Guillermo observaba como Javier miraba a Valeria, se podía apreciar facilmente, que a pesar del tiempo que tenían sin verse, aún existía en él un gran interés por ella. Y Valeria por su parte, lo miraba y sonreía, a pesar de que no se veía en ella el mismo interés, tampoco le disgustaba su presencia.
La inquietud aumentó en Guillermo a tal punto que se sentía impotente y ansioso, ya que después de las amenazas de Natalia, no podía hacer nada en ese momento, así que decidió que no podía permitir que esto lo afectara más; debía centrarse en Laura y en su bienestar.
Javier completamente ingenuo a lo que estaba pasando entre Guillermo y Valeria, intervino diciendo:
—Me gustaría conocer a la niña, ¿Puede ser?
—Sí, por supuesto, Valeria por favor lleva a Javier a la habitación de Laura.
Valeria lo miró y manteniendo las apariencias ante Javier, le respondió:
—Sí, por supuesto. Ven conmigo Javier.
Ambos se retiraron y mientra