Guillermo abrió la puerta con una mezcla de nerviosismo y determinación. La visión de Javier, parado en el umbral, lo tomó por sorpresa.
—¿Qué haces tú aquí, Javier? preguntó Guillermo, tratando de mantener la calma frente a su hija Laura, quien observaba la escena con curiosidad.
—Vine a buscar a Valeria, respondió Javier, con una sonrisa que delataba su triunfo.
Guillermo, consumido por los celos, replicó:
—Tú no tienes por qué buscar a Valeria. Ella es mi mujer.
—Un momento, Guillermo, —interrumpió Valeria— con una firmeza que sorprendió a todos. ——Yo no soy tu mujer. ¿Acaso se te olvida que tu mujer es Tania y que ayer confirmaste que el hijo que espera es tuyo?
Javier, sintiendo que la situación estaba a su favor, se acercó a Valeria para ayudarla con la maleta mientras decía:
—Ya todo está listo, podemos irnos cuando gustes.
—Pero entonces, ¿tú sabías que este hombre vendría a buscarte? Se puede saber a dónde vas. —dijo Guillermo, impotente y lleno de celos.
—Eso no es tu asunt