6. "La revelación".
Finalmente, para añadir más amargura a Soledad, Elian y Jenny se metieron en la habitación.
Un sonido inesperado resonó en el tranquilo aire de la tarde: los gemidos de la chica.
Cada gemido era como un golpe al sensible corazón de Soledad, quien los sintió exagerados, claramente intencionados para ser escuchados por ella.
Estaba segura de que lo hacía a propósito.
Sintió que había caído muy bajo al quedarse allí. Deseó, con cada fibra de su ser, no haber conocido jamás a Elian.
Se levantó del sofá y salió corriendo, ya que su dignidad no le permitía quedarse un minuto más en esa casa.
Al salir y caminar por la calle, su mente no dejaba de repetir aquella escena. Sabía que no debía estar molesta —al final, él no le debía nada—, pero dolía. Dolía saber que él tenía una novia. Que no era para ella.
Caminó de regreso a la cabaña, sabiendo que el trayecto sería largo. A pie, serían kilómetros interminables, y no tenía idea de cuánto tiempo le llevaría.
Media hora después, al dejar atrás e