―Debo salir, Wilson ―le anuncio―. Tengo asuntos que resolver.
Su mirada es reprobatoria, sin embargo, lo está considerando.
―Iré contigo ―me tiende su mano y no sé qué demonios es lo que me está pidiendo―. Necesito mis llaves de vuelta ―me exige determinado―. Esta vez seré yo el que conduzca.
¿Llaves?
Reviso los bolsillos de mi pantalón y consigo un juego de ellas. Espero que sean las que está pidiendo. Una vez que se las muestro, las arranca de mi mano y se aleja sin mencionar una sola palabra más. No tengo otra cosa más que hacer que seguirlo.
Una vez que subimos a su auto le indico la dirección que debe tomar.
»¿Desde cuándo tienes amigos en un barrio como ese? ―pregunta con sorpresa―. Eres muy selectivo con tus amistades y me extraña que siquiera conozcas a alguien en los suburbios.
Definitivamente, venir a parar en el cuerpo de un individuo tan deprimente como este, es la peor mierd@ que pudo pasarme. Sin embargo, es lo que me toca y no tengo otra alternativa más que asumi