El regreso a mi nuevo hogar es tenso y silencioso. Agradezco que, Wilson, no haga preguntas que ahora mismo no puedo responderle. La situación es caótica, no tengo idea hacia dónde nos llevará todo esto; pero estoy seguro de lo que quiero.
Estoy temblando, el frío cala mis huesos a pesar de que la calefacción está puesta. Voy a pescar un resfriado si no me deshago cuanto antes de la ropa empapada. Me quito la americana y la lanzo en el piso. Froto mis manos y soplo sobre ellas para proveerlas de calor.
―Puedo subir la temperatura.
Niego con la cabeza.
―Me cambiaré al llegar a casa.
Se detiene a un costado del camino.
―Hay un suéter en el asiento trasero ―se vuelve y estira su brazo para cogerlo―. Póntelo antes de que la Nana me culpe si coges un resfriado ―me lo lanza a la cara―. Me enterrará contigo si mueres de pulmonía.
Sonrío. Este tipo comienza a caerme bien. Me quito la camisa y la lanzo al piso junto con la chaqueta.
―Si no me mató una bala, mucho menos un resfrío, imbéc