El silencio en la habitación es interrumpido por un sonido agudo y urgente.
El buscapersonas de Sawyer vibra contra el bolsillo de su bata, sacándolo de golpe de esa calma frágil que apenas empezaba a construir con Lucy.
Él lo saca rápido, sus ojos se tensan al leer el código brillante que parpadea en la pequeña pantalla: 911.
No hay margen para dudas. Ese número solo significa una cosa: emergencia absoluta.
—Tengo que salir —murmura Sawyer, inclinándose hacia Lucy, que lo observa con el ceño fruncido, intentando leer en su rostro qué sucede.
Antes de que ella pueda formular ninguna pregunta, él se inclina, le deja un beso suave en la frente, cargado de prisa y de ternura a la vez, y desaparece por la puerta con pasos largos y decididos.
Lucy se queda quieta, en silencio, sintiendo la vibración de ese gesto sobre su piel. Se lleva la mano a la frente, casi como si quisiera conservar el calor de sus labios.
El eco del portazo resuena en su pecho, y con él llega la inquietud inevitab