Lucy se queda en silencio, todavía procesando lo que acaba de escuchar. Las palabras de Sawyer flotan en el aire como una oferta que pesa demasiado en sus hombros.
Mudarse con él. La idea le retumba en la cabeza con fuerza, casi con un eco que no consigue acallar.
Ella lo mira, recostada en la cama del hospital, aún con la vía conectada, el cuerpo debilitado, pero con la mente llena de pensamientos que no dejan de golpearla.
Sawyer está de pie frente a ella, con esa mirada intensa y serena que siempre logra desarmarla. Espera.
No la presiona, no la interrumpe, simplemente la deja respirar, como si supiera que Lucy necesita espacio para que las palabras encuentren forma.
Ella traga saliva y al fin se atreve a hablar, con voz baja, pero firme:
—Sawyer… yo… no sé si es buena idea.
El gesto en su rostro cambia, apenas un destello de confusión antes de que vuelva a controlarlo todo.
Se acerca un poco más, tirando de la silla que antes había colocado bajo el pomo, y se sienta junto a la