Con el juguete en la mano, Poppy y Lucy esperan juntas en la esquina de la habitación de Quinn. A pesar de lo alterada que había estado la niña, ella logró calmarla y ahora está más tranquila.
—Doctora Monroe, voy a llevar a Poppy a la guardería para que pueda jugar con los otros niños —le avisa la enfermera Margo.
Tanto Lucy como la niña miran a la enfermera. La pequeña pone los brazos alrededor del cuello de Lucy y se aferra a ella como si su vida dependiera de ello.
—Gracias por ayudarme —le dice al oído— No importa lo que diga el tío S, los médicos me asustan, pero tú me gustas.
Los ojos de Lucy brillan a causa de las palabras que la niña acaba de decirle. Siente su pecho como si fuese a explotar en cualquier momento a causa de la emoción. Tal vez no sería tan mala en eso de ser madre.
Después de prometer que volverá a ver a Poppy pronto, esta se va con Margo, dejando a Sawyer y a Lucy solos.
—La próxima vez que estemos con un paciente, espera mis instrucciones antes de hacer algo