El pasillo del ala de cardiología huele a desinfectante y calma.
Es temprano en la mañana, y el hospital parece respirar más lento, como si el caos de las emergencias aún no hubiera comenzado.
Las luces frías iluminan el suelo recién encerado, y el sonido lejano de una máquina de café es el único indicio de que el día está por empezar.
Lucy avanza por el pasillo con el estetoscopio colgando del cuello y la bata abierta sobre el uniforme azul.
Siente el frío del suelo a través de los zapatos, pero no le importa. Su cabeza está en otro lugar.
Han pasado un par de semanas desde que Sawyer dejó el hospital y, aunque intenta mantenerse ocupada, el vacío que dejó su ausencia es un peso constante sobre su pecho.
Cada rincón le recuerda algo de él: el quirófano donde hicieron la última cirugía juntos, el café que solían tomar en la sala de descanso de los cirujanos, el banco en el que él se sentaba en el vestíbulo mientras leía expedientes.
Incluso el sonido de los monitores le parece di