VINCENZO
Luca me mostró más pruebas de cómo Claudia le había tendido una trampa a Isabella tras otra, incluso un video de vigilancia donde se le veía interceptando llamadas en secreto durante la boda.
En el momento en que vi a Fabian aceptar ayudarla a encubrir todo, sentí que el mundo se me venía encima. Jamás imaginé que el amigo con el que crecí se aliaría con ella para lastimar a mi esposa. Sabía cuánto amaba a Isabella y, aun así, prefirió guardar silencio.
Solo después de verlo todo comprendí hasta qué punto Claudia me había estado usando. Si yo no se lo hubiera permitido, ¿cómo se habría atrevido a llegar tan lejos? ¡Yo era su cómplice!
La rabia me consumió. No podía quedarme quieto ni un segundo más. Me subí al auto y conduje a casa de Claudia. En cuanto derribé la puerta de una patada, las risas que se oían adentro cesaron.
A Claudia se le fue el color de la cara al verme en el umbral. Se quitó de encima del sujeto que tenía debajo y se arregló la ropa, aterrada.
—¿Qué haces a