ISABELLA
—¿Una carrera? ¿Cómo piensa correr con esta nevada? Además, está temblando sin parar. ¿En serio tiene energía para manejar?
La idea de Vincenzo era una carrera. A mí me encantaba correr. Supuso que si competía contra Alexander y le ganaba, quizá yo le daría una oportunidad.
Me miró con una determinación férrea, aunque todo su cuerpo temblaba sin control.
—Voy a competir contra Alexander. Si le gano, ¿me das una oportunidad?
Respondí, indiferente.
—No.
Vincenzo sonrió resignado.
—Voy a correr de todos modos. ¿Quieres ser mi copiloto? Tómalo como un último regalo para mí.
Empezaba a molestarme. Alexander no sabía manejar autos de carreras. Para mi sorpresa, aceptó sin dudarlo.
Lo miré, confundida.
—No tienes que hacer esto si no sabes. No va a cambiar nada, y no quiero ser responsable si te pasa algo.
Por primera vez, no puso esa cara de sentirse superior. Me alborotó el cabello con suavidad.
—Tranquila. Sé lo que hago. Sé su copiloto y déjalo que tenga su momento.
Luego, se vol