Alessia le dio unas palmaditas en la espalda a Bianca y le preguntó con preocupación:
—¿Estás bien?
—Estoy bien, quizá solo comí algo en mal estado —Bianca negó con la cabeza.
Alessia asintió y miró hacia la calle de los bares que tenían justo enfrente.
Aprovechando la ocasión, Riley le tendió un pañuelo a Bianca.
El pañuelo era azul y desprendía un tenue aroma a menta.
Hoy en día era raro que alguien llevara un pañuelo, y mucho más raro aún que lo hiciera un hombre. Bianca se quedó sorprendida por un instante antes de aceptarlo.
Se limpió la boca y estaba a punto de hablar cuando notó que Riley la miraba con cierta vacilación.
—¿Necesitas algo? —preguntó Bianca.
Riley frunció el ceño y bajó la voz para decir:
—¿Cuánto tiempo ha pasado desde tu último periodo?
Bianca se quedó atónita por un momento y luego soltó una risa.
—Tío, ¿no pensarás que estoy embarazada?
Una emoción compleja destelló en los encantadores ojos de Riley, rasgados como los de un zorro, y contestó:
—Hemos tenido nu