Con la cabeza recostada en el espaldar del asiento del avión, Adriel se encontraba con los ojos cerrados, escuchando el parloteo incesante de su acompañante. Su madre había insistido en que la llevara consigo, asegurando que podría ser una excelente asistente en este viaje de negocios. Y, aunque debía de reconocer que Charlotte era una chica eficiente, no era lo que estaba buscando, porque sabía exactamente cuál era la intención de su progenitora.
Suspiró.
Ana Paula buscaba una nueva esposa para él, pero él no estaba interesado en el tema.
Cuando aterrizaron en Londres, era de noche. Lo primero que hizo fue sacar su celular y activar su línea telefónica. La pantalla se iluminó inmediatamente con un mensaje que le había llegado de días atrás.
“Jade”, leyó el remitente del mismo y no lo entendió.
¿Por qué le escribiría?
Podría jurar que él era la última persona con la que su exesposa quería hablar.
«Quizás fue una equivocación», pensó con sus dedos recorriendo el texto que se mostraba e