Jade había esperado que Adriel se contactara de inmediato, pero no lo hizo y, a estas alturas del partido, no estaba ni siquiera segura de si su mensaje le había llegado.
¿Era posible que no lo hubiera recibido?
¿O se estaba tomando muy en serio eso de olvidarla?
Sin importar cuál fuera el caso, se sentía muy deprimida.
No era así como deseaba sentirse luego de tener a sus hijos, pero cada vez que los miraba, no podía evitar echarse a llorar.
También había decidido que las cosas con Nicolás ya no podían continuar, así que le había pedido amablemente que se marchara y no volviera más.
Sus hijos solamente necesitaban a un padre y ese era Adriel.
Así lo había decidido.
Ahora sentada en su habitación, mirando a los niños dormir, no pudo evitar abrazarse a sí misma.
Necesitaba hablar con su madre.
Natalia entró a la recámara unos minutos después y la observó con preocupación, como si supiera de antemano que algo le estaba aquejando, cosa que era completamente cierta.
Jade suspiró