Jade tenía dos opciones: número uno, decirle a Adriel que estaba embarazada o, número dos, actuar como una chiquilla inmadura y llevarse esa verdad consigo.
Se había estado inclinando mucho por la última opción en esa última hora, pero sabía que su madre no había criado a una cobarde y que lo más sensato era dejar las cosas claras entre ellos antes de decir adiós.
Indudablemente, no podía seguir adelante con este matrimonio, pero eso no implicaba que no le permitiría a Adriel ser un padre presente en la vida de su hijo.
Así que eso fue lo que la motivó a alistarse y salir con dirección a la empresa de su marido.
Llevaban varios meses de matrimonio y recién comprobó que aquella era la primera vez que colocaba un pie en la empresa Meier.
No tenía idea de si los trabajadores la reconocerían como la esposa del jefe, pero aquí estaba, de todos modos, esperando que no le impidieran el acceso.
—Hola —le sonrió a la recepcionista con una de sus cálidas sonrisas. En realidad, no estaba de h